HISTORIA REGISTRAL DE LA CASA ROMÁN
La primera anotación en el Registro de la Propiedad, fechada en dos de enero de
1866, se refiere sólo a la casa y no a toda la parcela, por lo que señala una superficie
de 6.300 pies cuadrados, equivalentes a 489,11 m2;
linda a derecha entrando con casa y huerta del Conde del
Valle Salazar, a izquierda con casa y huerta del presbítero Juan Rojas, y a espaldas
con la de Francisco García y Mesa. Gravada con un censo de 1.587,50 reales de vellón
y un rédito de 31,75 rs. v. que se pagan a la Hacienda Nacional, pertenecía a la
vinculación fundada por Domingo Fernández
Coto según testamento otorgado el treinta
de septiembre de 1590 ante el escribano Rodrigo Sánchez del Campo.
En la primera mitad del siglo XVIII había hecho obra nueva el teniente coronel Gabriel
Román Manrique de Lara y más tarde pasa a
ser propiedad de su hijo el regidor Gabriel
Domingo Román Reguillón y luego de su nieto Luis Florencio Román Machado, defensor
de la plaza de Santa Cruz en 1797 frente al ataque del almirante Nelson.
Aprovechando las leyes desamortizadoras, Luis Román compró la mitad de los bienes
de la vinculación. Falleció en La Laguna el cinco de julio de 1838 sin sucesión,
por lo que otorgó testamento a favor de su esposa Consolación Delahanty y Bignoni
y de su hermana María Ana Román como herederas usufructuarias. Fallecidas ambas,
una mitad de los bienes pasaron a su sobrino Luis Román y Franco y a su mujer Prudencia
Elgueta, y la
otra mitad a Isabel Delahanty Aguilar.
El tres de septiembre de 1842 se hizo partición de los bienes vinculados
entre el
sucesor inmediato, Luis Segundo Román y su viuda Consolación Delahanty Aguilar.
María Ana Román falleció antes que su hermano Luis Florencio Román y habiendo fallecido
también Consolación Delahanty, el 12 de diciembre de 1850, la finca pasa a Isabel
Delahanty Aguilar, sobrina de Luis Florencio Román Machado, casada con José Fernández
Britto, abogado y profesor del Instituto de Segunda Enseñanza de Canarias. Se atribuye
a la finca un valor de 80.634 reales y 7 céntimos.
En 1874, la segunda inscripción registral describe la finca como casa con su respectivo
sitio y un gallinero al naciente de este y fuera del cuadrilátero que lo forma;
linda al naciente con casa y huerta del conde del Valle Salazar, a poniente con
casa y sitio de Dámaso Delgado y patio de la Hacienda Nacional, norte con patio
de la casa de Francisco García y Mesa y sur con la calle. Su valor 20.158,52 pta.
Mide 1.556,29 m2, cabida de
los lotes de solar en los repartimientos de principios del siglo XVI de los que
la conversión a las medidas actuales resulta una superficie de 1.568,31
m2.
Isabel Delahanty y Aguilar y su marido se habían instituido
herederos mutuamente y, a la muerte de ambos, a favor de sus sobrinos Fernando,
Felisa, casada con Juan Fernández Britto y Rafaela García britto, soltera, los tres
de Los Realejos. Isabel Delahanty y Aguilar fallece el nueve de agosto de 1872 y
José Fernández Britto el 30 de agosto de 1875. Fernando, con poder de sus hermanas
inscribe la casa, con otras siete fincas más el veintinueve de marzo de 1879 y la
vende a Francisco José Rodríguez de la Sierra, con pacto de retro por 11.130 pta.
el nueve de abril de ese mismo año.
Acerca de las familias de los sucesivos propietarios en el siglo XVIII, Roberto
de la Hanty (1710-1762) era británico, naturalizado español en 1745; fue regidor
de Santa Cruz y dejó dos hijos: Francisco (1743-1771), que también ocupó el cargo
de regidor, y Bernardo (1744-1780), castellano de San Juan. A su muerte, Francisco
era propietario de dieciocho casas, doce de las cuales en Santa Cruz. De los Bignoni,
José Andrés era genovés y tuvo tres hijos que se establecieron en Santa Cruz en
el siglo XVIII, como su hermano Nicolás María Bignoni; otro Bignoni, Domingo, fue
arcediano de Tenerife. En cuanto a los Román, Luis Pascual Román Reguillón fue castellano
de San Juan y Sixto Román contador y veedor de las Rentas Reales.
En la inscripción resgistral de 1918 y en las sucesivas se dice bien casa de dos
pisos o casa de alto y bajo, extremo que se ha omitido hasta entonces.
Volviendo al hilo de las transmisiones, hereda la casa Amalia Rodríguez de la Sierra
Rodríguez, única hija y heredera de Francisco José Rodríguez de la Sierra, casada
con Quintín Benito y Benito. La finca comparte ahora linderos al norte con casa
que fuera de Francisco García Mesa y en esa época de Elvira García del Hoyo, al
poniente en parte con la de Francisco Domínguez Pérez, cuyo anterior propietario
había sido Dámaso Delgado, y en parte con el patio y la casa que fueron de la Hacienda
Nacional y habían pasado a manos de Diego Guigou y Costa; y al naciente con el Palacio
Episcopal, después de que la comprase para residencia del prelado de la diócesis,
a finales del siglo XIX, el obispo Ramón Torrijos y Gómez. Vale 20.160 pta. y sigue
gravada con el antiguo censo de 1.587,50 rs. v. y el rédito de 31,75 rs. v. que
se pagaba a la Hacienda Nacional.
El quince de febrero de 1923 se registra la donación de Amalia Rodríguez de la Sierra
y Rodríguez, de 50 años, de una quinta parte en común y proindiviso de la casa,
en unión de otras dos fincas, a favor de su hija Amalia Benito y Rodríguez de la
Siera, de 36 años, casada con Agustín Piñol Riera, de 45 años, comandante de la
Guardia Civil. Se inscribe a título de donación sin concesiones y se valora en 4.032
pta. al año siguiente, Amalia vende esa quinta parte y el quinto de la acción de
agua a su hermana Nieves Benito y Rodríguez de la Sierra, casada con Ruperto Cabrera
y Díaz, por 4.500 pta. quedando inscrita para la sociedad legal de ganaciales el
4 de julio de 1924.
Ya viuda, Amalia Rodríguez de la Sierra y Rodríguez y su hija Nieves Benito y Rodríguez
de la Sierra venden, respectivamente, las cuatro quintas partes y la quinta parte
a Bernardo Benítez de Lugo y del Hoyo, casado con Magdalena Brier y Casabuena por
60.025 pta. Se inscribe la compraventa el veintisiete de noviembre de 1930, haciéndose
constar que la casa sigue gravada por censo.
Casada en primeras nupcias con Francisco Benítez de Lugo, Magdalena Brier y Casabuena
tuvo dos hijos de esa unión: Luis y Josefina. No dejó descendencia de su segundo
matrimonio con Bernardo Benítez de Lugo y del Hoyo y falleció en Santa Cruz el seis
de enero de 1943. En su testamento, fechado el cinco de enero de 1932, instruyó
herederos por partes iguales en el remanente de todos sus bienes a sus hijos, y
a su cónyuge del usufructo legal. Bernardo Benítez de Lugo y del Hoyo, de 89 años,
viudo, propietario, recibe, pues, la casa en usufructo vitalicio. Muerto en Santa
Cruz el veintisiete de julio de 1946 y, extinguido del usufructo, la nuda propiedad
de la casa recayó en el nieto de la causante Luis Benítez de Lugo y Ascanio, de
27 años, casado con Rosario Massieu y Fernández del Campo, vecino de Las Palmas,
en representación de su padre Luis Benítez de Lugo y Brier. Se valora en 60.000
pta. y se inscribe libre de cargas y con la acción de agua.
La última transmisión, que da lugar a la inscripción décima en el Registro de la
Propiedad, (9ª de la finca, Tº 406, fol.231), es de compra ante el notario Lorenzo
Martínez Fuset, el veintiocho de junio de 1950, por parte del Cabildo Insular de
Tenerife, por precio de cuatrocientas cincuenta mil pesetas, pagadas en efectivo,
a Luis Benítez de Lugo y Ascanio, Marqués de la Florida, militar, vecino de Las
Palmas y residente en Madrid, representado en el acto por Melchor Brier. En pesetas
constantes el precio de compra equivaldría hoy a unos veintidós millones y medio
de pesetas y el valor del metro cuadrado a quince mil pesetas.
Con este acto, el presidente del Cabildo, Antonio Lecuona Hardison cumplía los acuerdos
tomados por la Corporación Insular en las sesiones ordinarias del dos de septiembre
y del cuatro, siete y ocho de noviembre de 1949. La inscripción registral es del
18 de diciembre de 1956.
Antes de aquellas dos sesiones, en la de seis de mayo de 1949, el consejero Leoncio
Afonso Pérez había hecho una amplía, detenida y minuciosa información sobre el estado
en que se encontraban las instalaciones del Colegio Politécnico de La Laguna, creado
por Real Decreto de veintiocho de septiembre de 1927, proponiendo al Cabildo
de Tenerife y al Ayuntamiento de La Laguna la cosntrucción de un edificio; y que
el primero, además, estableciese una subvención anual fija de ciento diez mil pesetas,
unos cinco millones de hoy, para su mantenimiento. Pero en la sesión de dos de septiembre
se aprueba la compra del edificio propiedad del Marqués de la Florida y, en la siguiente,
que a la consignación presupuestaria para tal fin se le diese la amplitud y elasticidad
precisas para evitar dificultades de orden económico o jurídico.
Después de esta compra, el Cabildo de Tenerife ha adquirido, en la misma calle,
a los Fernández Lercaro, la casa edificada en 1599, dedicada actualmente a Museo
de Historia, y la casa número 20, medianera con la anterior, que fue de los Saavedra
Togores.